La mayor dificultad cuando nos ponemos a trabajar por cuenta propia — o cuando debemos desarrollar un nuevo negocio — es la de identificar y crear una oferta que encaje con una demanda.
A menudo podemos proponer productos y servicios que el mercado no quiere y también podemos proponer productos y servicios que nos cuesta demasiada energía suministrar.
La respuesta reside en encontrar el punto donde vamos a poder ofrecer sin demasiado esfuerzo algo que el mercado espera y que tiene sentido (lo que se puede llamar el why).
Pongo a vuestra disposición un método que viene de Japón: el concepto del 生き甲斐 (ponunciado i-ki-ga-i).
Cuatro pasos permiten encontrar el punto donde vamos a poder ofrecer algo que el mercado espera y que tiene sentido sin demasiado esfuerzo:
- Hemos de saber lo que hacemos muy bien: Es nuestro talento personal cuando trabajamos por nuestra cuenta — es los que nos diferencia de la competencia cuando somos una empresa. A menudo son nuestros clientes (o personas con quienes trabajamos) los que saben poner las palabras para definir lo que hacemos muy bien.
- Hemos de saber lo que nos gusta hacer: Es la respuesta a un análisis de lo que hacemos (o hemos hecho) para identificar qué nos da energía (o que nos ha dado energía en el pasado).
- Hemos de saber por qué nos pagan: Los clientes son los que mejor nos pueden ayudar a definir donde aportamos el valor que compran — se puede definir en términos de naturaleza (valor estratégico, táctico, operativo), de expertise (procesos, sistemas, personas) o de función (innovación, producción, comercial). Siempre se expresa en términos de resultados obtenidos para los clientes.
- Hemos de saber qué espera el mundo: Este último paso requiere un cambio de perspectiva por completo. Ya no nos miramos a nosotros, ni a nuestro talento ni a lo que nos gusta — ni siquiera desde la perspectiva de nuestros clientes. Se trata de tener una mirada sobre lo que debería tener el mundo para ser más sostenible (o vivir mejor). Es una razón de ser.
El punto de intersección de los cuatro elementos es lo que los japoneses llaman el ikigai: el punto donde debemos centrar nuestros esfuerzos para crear, posicionarnos y desarrollar nuestra oferta.
Los riesgos de no encontrar el ikigai son múltiples:
- invertir tiempo o dinero en definir una oferta que nadie quiere comprar (consulta la topoguía La venta — una inversión de tiempo necesaria),
- desgastar nuestra energía en proveer una oferta que no corresponde a nuestra pasión o
- perder la oportunidad de contribuir a la mejora del mundo.
Para recordar la importancia del ikigai, el por qué, os animo a mirar el Ted Talk de Simon Sinek que describe la diferencia entre lo que hacemos (what), cómo lo hacemos (how) y por qué lo hacemos (why).